martes, 14 de junio de 2011

Sálvense quien pueda

Restaure mi apatía hacia la gente hace unos días atrás.

Me había vuelto más siniestro desde que vivía sin memorias. Sobre el porvenir seguía atrancándose en un insomnio que curaba con cansancio o descuartizaba a punto de escritura. ¿Qué si escribía? ¿Qué si seguía leyendo? ¿Qué si esto o aquello? Me había vuelto una persona predecible, cíclica, rutinaria y un tanto nefasta. Tenia un estilo o un modo de ser del cual no estaba contento. Ojo que la opinión general no entraba en el mix de mi auto-critica sino imagínense la inmensidad de mi fracaso. Segundo, nada ni nadie podía inquietarme menos ilusionarme. Tenía que ser un fuera de serie para poder excitarme. A estas alturas el amor estaba descartado, me conformaba con el círculo de conocidos que tenía alrededor, y con quienes empezaba poco a poco a desvincularme. No por antipatía sino quizás por la penitencia de mis 35 años de edad. Aquellos que tenían trato conmigo eran como ángeles los demás eran una bola de ojetes. Igual no me importaban. Otro de los logros más grandes de mi existencia fue haber absuelto a la gente de su error de haber existido y llevar una vida nefasta, "baseless" y entregada a la esclavitud de los mismo. Sálvense quien pueda ustedes por allá y yo por acá.

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