viernes, 11 de mayo de 2012

Ayer rompiendome la cabeza


A quien no le corresponda, y a pesar de esto este leyéndolo…  Atendí el silencio como el primer paso. Ayer me selle los labios para no divulgar mi disgusto. Mi silencio me trajo arrojo a los brazos de la soledad.  Nunca cerre los ojos porque sabia que tenían un filoso brillo.  Me perdí en mis laberintos sin escuchar mis pasos. Empece a romperme la cabeza proyectando una existencia aun sin ni siquiera en el devenir. Las manifestaciones fueron poco a poco apoderándose de mis sentidos hasta llevarme a creerme en otra dimensión. Fue en aquel espacio situado en el más allá donde me apodere del momento propicio cual serie de eventos marcaran una época. Para llegar a ese entonces se han de suscitadar grandes proezas de las cuales estaré orgulloso. Allá en aquel lejano tiempo volví a tener la sensación de sentirme yo una vez más. Alguien libre, venidero e inaprehensible. Un fenómeno que ocurre dentro de un instante y que deja un grato recuerdo. Una estrella opaca en el firmamento pero cuya presencia enamora al más sabido cosmólogo. Ayer me rompí la cabeza hasta hinchar mi corazón de esperanza. Mi sangre latina acquirio su fulgor. Volví amar aquel hecho insólito que alguna vez imagine, me atreví a soñar pero que algún día olvide desafortundamente. No tengo los dones de ante años ni tampoco los buenos hábitos que tan bien me protegieron de la cotidianidad. Aun sin embargo sigo siendo terco y se que nunca podría fallarme. Me gustaría divulgar entre paréntesis mi gran resolución tomada ayer, pero estoy en una cárcel, rodeada de oídos y miradas que vigilan mis sensaciones a todo momento. 
Al parecer planeo otro escape, todo el mundo lo sabia pero ayer rompiéndome la cabeza entendí que era yo quien me escapaba.