A casi una semana de haber
regresado de la Riviera Maya mantengo la sonrisa de pillo. Hay perspectiva
dentro del inmediato porvenir que se avecina contra mí. El último mes del
noveno año olímpico termina mejor de lo que imaginaba. A unos cuantos días de otro
viaje, un getaway corto y sencillo pero con tonos desafiantes. Era un breve viaje
para volverle a ponerle la jeta a la rutina. Si había perdido casi todas mis
fuerzas físicas y arruinado la bella flaqueza, pero mi espíritu había entrado
al quite haciéndome volar encima del chagrín de los valles del puritanismo. A penas empezara el décimo año olímpico volvería
a abrazarme del cielo y pertenecer a la distancia. Aun sin dinero había conseguido
rifármela con la confianza que mi situación laboral mejoraría. Si no fuera el
caso entonces merecía ser categorizado como un ser irresponsable bueno para
nada. Con tanto inútil a mi alrededor tenia tela de donde cortar, y aunque iba
contra mis principios trataría de igualar o mejorar el grado de
irresponsabilidad. Los resultados de mi voluntad no serán errores técnicos,
fallas de origen o tragedias de mis despistes. Las situaciones y tanto circunstancias
serán actos puros de libertad, acciones premeditas a efectuarse en cualquier
momento a mi manera y a sangre fría. Había
cruzado la línea de la policía de lo correcto con deliberación como diciendo
"Aquí estoy detenme ahora".
En otros eventos, el otoño
paseaba por las calles tornando los cielos grises y llevando al sol a esconderse
al sur. Comienzo a pensar que las guerras se ganan durante épocas frías y el
golpe de suerte se da cuando todo esta congelándose. No tenia estrategia sino
una infinita terqueza que me llevaba a buscarle la forma al asunto. Dejár mi
porvenir a la voluntad de la suerte, la madre naturaleza o la charlatanería de
los dioses--que los humanos usaban--no era mi estilo. Dichas practicas o
dependencias nunca me había funcionado, así que tocaba seguir adelante a pie,
en carro, en avión o en superstición.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario